Foto de mi amiga Ana
Ayer fui de nuevo a Castrojeriz. Un pueblo mágico en medio del Camino de Santiago.
Hay muchas razones para ir a Castrojeriz. Una de ellas son mis queridos amigos Ana y Luis Carlos.
Otra es el monasterio de las monjas clarisas.
Ayer, después de una conversación muy agradable con Ana y Luis Carlos, mi amiga Nedge y yo nos dirigimos al monasterio para comprar bizcochos hechos por las monjas.
Son mojas de clausura, así que te dan el bizcocho a través de una especie de puerta giratoria. Dejas el dinero y te vas. Resulta que ayer, justo cuando llegábamos eran casi las 19:00, hora del canto de la tarde. Llegamos justo a tiempo :). Nos quedamos a escucharlas y a observarlas a través de las barras de metal que las separan de nosotr@s en la iglesia.
Al salir, nos sorprende la lluvia, y aún más, un hermoso arco iris que llenaba el horizonte. Nunca había visto un arco iris tan completo.
Para terminar el día con magia, al llegar a casa, decidimos regalar uno de los bizcochos de las monjas a los vecinos. Nedge y yo fuimos puerta por puerta ofreciéndolo con cariño. La excusa era que yo estaba participando en un reto con una amiga que cada semana me mandaba hacer algún gesto amable e inesperado por alguien :).
Dos reacciones se me quedaron grabadas, una la de una niña que salió de entre sus padres y puso una sonrisa enorme mientras le contábamos la idea. ¡Los ojos le brillaban tanto!
Y la otra fue la reacción de una mujer que dijo: “gracias por traer estas ideas, las necesitamos mucho”.
¿Qué me tocará la semana que viene? 🙂